Una de las primeras citas sobre los pinsapares del sector rondeño la hallamos en las Ordenanzas Municipales del año 1508, donde se expresa la prohibición de cortar pino rollizo, ni rama, y que no sea para aserrar… Se ha de saber que tanto por transcripción oral como por viejos escritos hemos constatado que en la Serranía, a nuestro pinsapo, se le denominaba como pino o conipino; así lo oí nombrar en la zona de Lifa, paraje cercano a Ronda, cubierto antaño por el abeto andaluz.
En el apogeo
del imperialismo español, el rey Felipe II, con la idea de destronar a Isabel I
de Inglaterra, diseña la Empresa de Inglaterra de 1588, más conocida como Armada Invencible. Para tal fin, el monarca
refuerza la escuadra real con la construcción de numerosos galeones,
adquiriendo 98 docenas de tablas de pinsapo destinadas a las divisiones de los
compartimentos de algunos de los 127 buques de guerra.
Remontándonos
a mediados del siglo XVIII, un periodo ciertamente convulso en el Reino, el
marqués de la Ensenada, Secretario de Guerra en el periodo del soberano
Fernando VI, envía a los visitadores de Montes para llevar a cabo un inventario
de los árboles existentes en los baldíos, dehesas reales y montes de los
pueblos adscritos a la Marina, entre los que se encuentra el Monte Pinsapar de
la Sierra de las Nieves, de Propios de Ronda por aquellos entonces. Curiosamente,
no tenemos los datos registrados en la finca rondeña; aunque si sabemos que en
la Serranía de Villaluenga se contabilizan 1.195 pinsapos y en Sierra Bermeja
unos 3.000 ejemplares; árboles, en parte, llamados a satisfacer las imperiosas
necesidades de la Marina de Guerra Española.
Años más
tarde, en 1775, Guillermo Bowles, un naturalista irlandés contratado por Carlos
III, realiza un inventario de las riquezas naturales del reino, con especial
atención a las geológicas, por aquello del creciente interés estatal en las
explotaciones mineras; si bien, igualmente señala, aunque de pasada, la
presencia de abetes (escribía en francés)
o pinsapos en Sierra Bermeja.
Muy jugosas
son las narraciones de Simón de Rojas Clemente y Rubio, botánico valenciano
apodado el sabio moro por vestir con atuendos orientales, quien durante 1804 y
1809 realiza un viaje por Andalucía, visitando Ronda y la Serranía entre agosto
y octubre de este último año. A Rojas debemos la descripción del pinsapo como
nueva especie, aunque el gran botánico suizo Edmond Boissier, bautizado como el
padre de la botánica andaluza, publicará la obra Voyage botanique dans le Midi de l`Espagne pendant l`année 1837,
dando a conocer a las instituciones científicas el descubrimiento del pinsapo
con el nombre de Abies pinsapo Boiss.
Otros botánicos, atraídos por los escritos de estos dos magníficos conocedores
de la flora andaluza, visitan nuestra comarca; es el caso de Moritz Willkomm, quien
en 1882 recorre la Serranía y contrasta la evolución del pinsapar, que unos
años después de las observaciones de Boissier, ya muestra un importante
retroceso. En su libro, Las Sierras de
Granada, dice textualmente: Desgraciadamente,
los bosques de pinsapo disminuyen cada vez más y quién sabe si aquéllos que
atrevesé hace 37 años aún existirán. Ya por aquel entonces los entendidos
criticaban y reprendían contra los bosques explotándolos sin previsión alguna,
sin hacer lo más mínimo para su rejuvenecimiento, dejando todo a cargo de la
naturaleza.
A pesar de la
presencia de guardas, desde al menos 1809, en el Monte Pinsapar, propiedad del
Ayuntamiento de Ronda, la actividad ilícita del carboneo y el pastoreo, además
de las podas ilegales de ramas de pinsapo para tapar los pozos de nieve,
llevaron a las masas rondeñas a una situación extrema.
La primera
llamada de atención sobre el deplorable estado del pinsapar viene de la mano de
Antonio Láynez, ingeniero de montes al servicio de la Corona, el cual realiza
un concienzudo trabajo para la ordenación y aprovechamiento de los pinsapares
rondeños. Por aquellos años, hablamos de 1858, el Ayuntamiento de Ronda pasa por
una mala circunstancia económica que le conduce a rentabilizar todos los
recursos posibles de sus montes; de ahí la solicitud a la reina Isabel II para autorizar
la venta de árboles secos y leñas. El estudio deja entrever la pésima situación
del pinsapar: sin regeneración alguna, contabilizándose 26.000 ejemplares, la
mayoría de ellos muy viejos.
Máximo
Laguna, ingeniero de montes y quizás el mejor botánico español de todos los
tiempos, en su obra cumbre, Flora
Forestal Española, publicada en 1867, ya apunta sobre las posibilidades de
regeneración del pinsapar si se deslinda, amojona y vigila seriamente; pero
sobre todo, si el Estado se decide a adquirirlo. De estas aseveraciones,
deducimos la manifiesta dejadez del Consistorio rondeño sobre este monte municipal.
Relatos más
puntuales y cercanos en el tiempo y en el espacio nos dan pistas sobre los
derroteros del pinsapar, cuya madera es usada en las barreras de la plaza de
toros de la Real Maestranza de Caballería de Ronda (1779-1785), en los
andamiajes para la construcción del Puente Nuevo de Ronda (1759-1793), o en las
traviesas de la línea férrea Algeciras-Bobadilla (1890). No se entiende pues
ese dicho famoso que dice: Eres más malo
que la madera de pinsapo.
También se
talan pinsapos hasta fechas recientes para obtener vigas usadas en la
construcción de casas y cortijos, para el uso de las ramas en forma de cruz en
las procesiones de la Semana Santa de Estepona, como adorno en algunas fiestas
de pueblos del Alto Genal o como árbol de Navidad en ciudades como Ronda, cuyo
Ayuntamiento colocaba cada año un pinsapo de gran tamaño en la plaza del
Teniente Arce. Precisamente, a D. Julián de Zulueta, científico de reconocido
prestigio y ex alcalde de Ronda, debemos el que se acabara con dicha tradición,
más propia de países septentrionales. Si sumamos las incidencias de actividades
como el carboneo, el pastoreo intensivo o la minería, no es difícil hacerse una
idea de la situación de los pinsapares rondeños a principios del XIX.
Las voces que
claman por la reversión de los pinsapares son cada vez mayores y se suceden
entre mediados de los siglos XIX y XX. Científicos de la talla de Barbey,
Ceballos, Vicioso, Martín Bolaños, Roger Ducamp, Gross, etc manifiestan en sus publicaciones
la necesidad de proteger las masas de pinsapar. En el año 1914, el ingeniero de
montes Eladio Caro realiza un inventario de la riqueza forestal del pinsapar rondeño
y reivindica la catalogación del mismo como Monumento Nacional. En la revista
Peñalara del año 1927, órgano de expresión de la Real Sociedad Española de
Alpinismo, un tal J. Díaz Duque firma un artículo titulado Por la Serranía de Ronda, en el que solicita la declaración de la
Sierra de Tolox como Parque Nacional. José Cuatrecasas edita en 1930, en el Butlletí de la Institució Catalana
d´Historia Natural, 2ª serie, el apartado Una visita al pinsapar de Sierra de la Nieve, donde dice
literalmente: Hace ya tiempo que una
sociedad y elementos culturales de Málaga se interesan porque el pinsapar sea
declarado Parque Nacional.
Ante tal
avalancha de peticiones de protección sucedidas en el tiempo, no es de extrañar
que las autoridades rondeñas tomaran alguna iniciativa al respecto. Gracias al hallazgo
por parte de Clotilde Mozo, la eficiente archivera municipal, de cuatro
documentos del año 1934, sabemos del interés de nuestro Ayuntamiento por
proteger el Pinsapar de la Sierra de las Nieves bajo la figura de Sitio Natural
de Interés Nacional. Resumidamente, esto es lo que podemos leer en dichos legajos:
1º Comisaria
Parques Nacionales: Acuse de recibo, de fecha 21 de enero de 1934, enviado por D. Manuel
Montero, secretario asesor de la Comisaría de Parques Nacionales al
ayuntamiento de Ronda donde se expresa la gratitud del director general de
Montes, Pesca y Caza por las facilidades prestadas por nuestro Ayuntamiento
para la declaración del Pinsapar de la Sierra de las Nieves con Sitio Natural
de Interés Nacional. Del documento se desprende que el acuerdo municipal para
instar a esta declaración, se produjo el 12 de enero de 1934.
2º y 3º Comisaria Parques Nacionales: Los
agradecimientos, fechados el 27 de diciembre de 1934, del director general de
Montes, Pesca y Caza, y del secretario asesor de la Comisaría de Parques
Nacionales al alcalde de Ronda por la hospitalidad recibida en la visita
oficial al Pinsapar de la Sierra de las Nieves.
4º- Comisaria
Parques Nacionales: Carta de agradecimiento de D.
Pablo Homs, presidente del Sindicato de Iniciativas, tras recibir por parte del
alcalde de la ciudad, D. Antonio A Salcedo Berlanga, unas fotografías de la
visita al Pinsapar de Ronda con miembros de la Comisaría de Parques Nacionales.
Todo parece
indicar que la irrupción de la Guerra Civil dio al traste, tanto con esta interesante
iniciativa municipal como con el ambicioso proyecto del Gobierno de la II
República (1936), que pretendía la ordenación forestal de la Sierra de las
Nieves, contemplando la construcción de senderos, caminos y casas forestales;
la restauración hidrológica de las cuencas y la repoblación del monte con
diferentes especies, entre ellas el pinsapo.
En el año
1945, el Estado adquiere por una cantidad superior a diez millones de pesetas
el Monte Pinsapar de la Sierra de las Nieves, hasta entonces de los Propios de
Ronda. Lo cierto es que más que una compra, se trató de condonar una enorme
deuda contraída por el Consistorio rondeño. Este momento marcará un importante
punto de inflexión en el devenir de los bosques de pinsapos, pues se acentúan
las medidas protectoras sobre el bosque y se lleva a cabo una ordenación más
seria del monte. En 1948, los pinsapares rondeños se encuadran dentro del Coto
Nacional de Caza de la Serranía de ronda, reconvertida en 1972 en Reserva
Nacional de Caza de la Serranía de Ronda, que posteriormente, en 2003 pasara a
llamarse Reserva Andaluza de Caza de la Serranía de Ronda. Pero el momento
histórico que viene a satisfacer las demandas proteccionistas de tantas
generaciones, se produce en julio de 1989, cuando la Sierra de las Nieves es
declarada por la Junta de Andalucía: Parque Natural. Los reconocimientos se van
sucediendo y en 1995 es la UNESCO, a través del Comité Mab sobre el Hombre y la
Biosfera, quien catapulta al territorio de la Sierra de las Nieves y por ende,
a los pinsapares rondeños como Reserva Mundial de la Biosfera, incluida a su
vez en la Reserva de la Biosfera Intercontinental del Mediterráneo (2006).
En 2012,
junto a otros representantes municipales del entorno de la Sierra de las
Nieves, fuimos invitados a una reunión informativa, celebrada en el camping
municipal de Parauta, donde el director conservador del Parque Natural Sierra
de las Nieves, D. Rafael Haro, nos dio a conocer la intención de la Junta
Rectora de este espacio protegido, de iniciar los trámites para declarar a la
Sierra de las Nieves como Parque Nacional, reconociendo de esta manera la gran relevancia
ecológica de nuestro territorio y especialmente, la de los pinsapares rondeños.
La historia continúa…
Rafael Flores Domínguez
Delegado Municipal de Medio Ambiente y Montes
Excmo. Ayuntamiento de Ronda