El Valle del Genal se ubica en el extremo más occidental de la provincia de Málaga, formando parte del gran mosaico de espacios naturales que es la Serranía de Ronda.
Es una de las comarcas con mayor personalidad y arraigo de Andalucía, y que ha sabido preservar, en gran medida, su atractivo paisajístico y cultural, conjugando perfectamente uso y conservación.
El Valle del Genal es una sorpresa paisajística a cada estación del año, quizás el momento más álgido y de mayor hermosura sea el otoño, cuando los castaños se tiñen de tonalidades ocres, contrastando con las gamas verdes de encinas, quejigos y alcornoques. El paisaje montano muestra tras las primeras lluvias toda la trama de grises típicas de las rocas calizas y los torcales ofrecen imágenes tridimensionales. Las sierras bermejas, no siendo menos, se transforman en oxidantes y brillosas rocas adueñadas por un ejército de pinares, comandados por el altivo y oscuro pinsapo que mora en sus cumbres.
El invierno deja desnuda las ramas de castaños y otros árboles frutales y en el campo se trabaja para la próxima cosecha. El frío se hace notar y las labores caseras toman protagonismo, como es el caso de la matanza, que en el Valle del Genal alcanza el rango de “Ritual”.
La primavera en el Genal es un estampido de vida, con paisajes cambiantes, de cielos inmensos, inundados de fragancias y olores. Se recolectan las cerezas y los castaños se visten de hojas y flores; las chorreras manan por las cañadas y barrancos buscando al padre Genal, en un cuadro natural de contrastada belleza.
En verano más que en ningún momento, el río toma protagonismo, atenuando a propios y extraños los rigores del calor en las numerosas charcas y pozas que surcan el río. La mayoría de pueblos del Valle celebran sus fiestas patronales o semanas culturales, es el momento para la fiesta, la diversión y el encuentro con los que tuvieron que emigrar a otras tierras en busca del sustento. Los montes del Genal son recorridos en estos días de tórrido calor por un ejército de arrieros y corcheros en una inexcusable cita con el chaparro, al que cada nueve años se le extraen las corchas. Con total sumisión desembarca otra vez el otoño y con ella la recogida de la castaña y los tradicionales tostones… el ciclo continúa.
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Tierra mítica, misteriosa, repleta de grandiosos paisajes donde los haya, El Valle del Genal no pasó inadvertido a los viajeros románticos, sobre todo ingleses y centroeuropeos, que recorrieron nuestras sierras y pueblos durante los siglos XVIII y XIX.
Agotadas en Europa las tierras vírgenes, estos ávidos aventureros, fuesen botánicos, escritores o pintores, encontraron en la Serranía un territorio aislado, anquilosado en el pasado, en algunos aspectos en el edad neolítica. Todos quedaban fascinados por manifestaciones artísticas, religiosas y culturales como el flamenco, las corridas de toros o la semana santa, pero sobre manera, por la activa presencia de contrabandistas y bandoleros que evidenciaban la triste realidad de la nuestra y de otras comarcas andaluzas próximas, sumidas en la más absoluta miseria, desamparada por las autoridades y a merced del despotismo de los señoritos de turno. Gracias a los viajeros románticos conocemos muchos aspectos de la vida en nuestros pueblos, quedando plasmado en sus escritos una importante parte de nuestra historia; auténtica, única y desgraciadamente desconocida a las nuevas generaciones.
Podemos decir que ellos, los viajeros románticos, fueron los precursores en nuestra comarca del turismo rural y del senderismo. En esos tiempos, a falta de carreteras, existía una importante red de comunicaciones que aprovechaban los antiguos viales romanos y medievales, también las cañada reales, coladas y caminos vecinales.
Muchos de los senderos se han perdido o han sido usurpados por fincas privadas. Siendo como son un importante patrimonio público, no estaría de más que desde las administraciones públicas se hiciese algo más por recuperar estos caminos, por poner en alza su importancia patrimonial, como testigos del devenir histórico del Valle del Genal.
Curiosamente, pocas son las guías actuales consultadas donde se hable del Valle del Genal, la cercanía de otros parajes mas promocionados o protegidos como pudieran ser los parques naturales de Sierra de las Nieves, Sierra de Grazalema o Los Alcornocales, restan atención al Genal y generalmente queda fuera de los circuitos turísticos especializados en turismo activo. Aquí, para ver los mejores paisajes y enclaves no hay que realizar enormes caminatas, ni subir altas cimas; todo queda a mano, cercano, visible desde la misma carretera o a tiro de piedra del pueblo; esta ventaja debe de ser un activo a vender.
Últimamente y en un esfuerzo por adecuar una mínima infraestructura en cuanto a senderos, se han limpiado y señalizado las principales veredas que enlazan a todos los pueblos del Valle. Organismos como el CEDER (Centro de Desarrollo Rural de la Serranía de Ronda) y algunos ayuntamientos, han puesto todo su empeño y esfuerzo en la recuperación de estos viales de comunicación; a veces, no recompensado, por la testarudez de ciertos elementos humanos que impiden el trasiego por estos caminos públicos, sirva de ejemplo el paso de las Gambillas, importantísimo nudo de comunicaciones donde afluyen varios senderos que comunican entre si los pueblos del Alto y Bajo Genal. En otros casos destrozan los hitos y señales del camino.
La organización del Valle en mancomunidades se nos antoja de vital importancia, es la única manera de solventar problemas que, los pueblos por si solos, no podrían. En este sentido se han dado los primeros pasos y ya, por ejemplo, el Consorcio del Alto Genal ha puesto en marcha una ruta turística denominada El Legado de Fray Leopoldo, la cual debe servir de ejemplo para instaurar otros recorridos.
Otro aspecto de interés consiste en intentar aunar los esfuerzos de todas las administraciones para que se venda el producto turístico de manera global, con un estándar común en cuanto a la señalización y oferta, que impida la controversia, masificación y disparidad de criterios informativos de la que siempre es víctima el senderista, turista o visitante. Ejemplo, hay carreteras que tienen tres numeraciones distintas, otras no tienen ninguna, incluso se señala la ubicación de un dolmen inexistente.
A diferencia de algunos de estos enclaves antes nombrados, el Valle del Genal además de ofrecer paisaje, flora y fauna, tiene un elemento importantísimo que son sus pueblos, integrados armoniosamente en el conjunto
Los caseríos se amoldan a los contornos de la sierra y mantienen la estructura urbana heredada de la época islámica. Parece ilógico o caprichoso que los pueblos del Genal se ubiquen alejados del río, fuente de vida, riqueza y motor de los ingenios. En casi todos los casos los pueblos se han desarrollado en zona de contacto litológico, lo que propicia la existencia de fuentes y por tanto, de huertas y caminos. También se está próximo a las zonas altas, ricas en pastos para la actividad ganadera; a la par que se tienen a mano los terrenos forestales, abundantes en castañares, pinares, encinares, alcornocales, etc.
Los pueblos del Valle del Genal atesoran una enorme riqueza etnográfica en forma de tradiciones, fiestas y celebraciones, algunas en franca regresión o en peligro de desaparecer, sobre todo a raíz del despoblamiento surgido en los años 60 del pasado siglo. Sin duda los moradores del Valle del Genal son responsables del magnífico aspecto medioambiental que nos han legado y también deben ser los celosos guardianes de sus más genuinas costumbres.
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La Serranía de Ronda puede presumir de contar entre sus enclaves protegidos con algunos de los parques naturales más emblemáticos de Andalucía, caso de la Sierra de Grazalema, Los Alcornocales y la Sierra de las Nieves. Curiosamente el Valle del Genal queda fuera de la red de espacios protegidos de la comunidad andaluza, a pesar de atesorar más ecosistemas naturales, diversidad geológica, endemismos botánicos y variedad faunística que sus vecinos parajes protegidos. Tanto el Valle del Genal como Sierra Bermeja están catalogados como “Complejos Serranos de Interés Ambiental”. Tan solo y dentro del territorio natural del Valle del Genal, Los Reales de Sierra Bermeja y Sierra Crestellina ostentan la honrosa figura de “Paraje Natural”.
Es mas que probable que la totalidad del valle se incluya como Lugar de Interés Comunitario (LIC) formando parte de la Red Natura 2000, instaurada por la Directiva 92/43/CEE, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestre.
Está aprobado por el Parlamento de Andalucía y por unanimidad de todos los grupos políticos, una proposición no de ley, en el que se insta a la protección y declaración del Valle del Genal como parque natural. Sin duda, es la figura protectora idónea para asegurar la defensa y puesta en alza de su rico patrimonio natural, además podría ser la lanzadera de su ansiado y deseado despegue económico, asegurando un desarrollo armonioso y sostenible.
Igualmente desde la UNESCO se auspicia la creación de una gran Reserva de la Biosfera transcontinental que englobe a los espacios más notables y representativos del “Monte Mediterráneo” y que incluiría a los ya existentes de Sierra de las Nieves y Sierra de Grazalema, más el parque natural de los Alcornocales, Valle del Genal y los espacios protegidos de la región del Rif, en el Norte de Marruecos.
Muchos de los valores naturales del Valle del Genal vienen definidos por su importante situación geográfica, cercana al continente africano y a los influjos climáticos del mediterráneo y atlántico. Si a estos parámetros unimos la variedad en cuanto a tipos de suelos y un clima generoso en lluvias, el resultado es que el Valle del Genal alberga una importante comunidad floral, quizás la mas variada y mejor conservada de Andalucía; destacando desde la vegetación típica tropical, hasta abetales y matorrales de alta montaña.
El aislamiento histórico, una geografía abrupta con fuertes pendientes y la impronta humana, ha llevado al Valle del Genal a presentar como principal activo un paisaje casi inmaculado, un auténtico vergel. Tan solo las tierras altas del Valle presentan un aspecto desangelado en lo vegetal, fruto de las talas indiscriminadas de encinas para la obtención de carbón o para alimentar los altos hornos de la fábrica de hoja de lata de San Miguel, industria metalúrgica ubica en tierras de Júzcar, junto al río Genal y que estuvo pocos años en producción; pero que dejo su huella devastadora en las montañas para siempre. La ocupación ganadera posterior ha puesto coto, de momento, a la recuperación vegetal de estos entornos.
En el Valle del Genal crecen y dan frutos una inmensa variedad de árboles autóctonos y alóctonos, estos últimos en absoluto han roto la dinámica paisajística, todo lo contrario, han contribuido a enriquecer aun más el esplendido panorama verde del valle. Uno de estos elementos es el castaño, árbol emblemático del Valle del Genal y sobre el que gira gran parte de la economía de la comarca. Aparte de la venta al por mayor de la castaña, en los últimos años se han creado algunas cooperativas que elaboran manufacturas destinadas al mercado agroalimentario. Además del castaño, son importantes las masas de querquinaceas, destacando el alcornoque, o chaparro, que es como se conoce a este árbol en La Serranía. La saca de las corchas supone otro recurso económico de importancia en el valle, convirtiéndose en una de las actividades forestales más singulares y ritualizadas de La Serranía.
También abunda la encina y en los enclaves más húmedos crece el quejigo. La montanera y cría del cerdo ibérico se vislumbra como otro de los iconos donde se sustenta la economía del Valle del Genal.
El otro elemento arbóreo destacable, sin duda alguna es el pinsapo, un abeto endémico de La Serranía y que en las alturas de Los Reales de Sierra Bermeja encuentra uno de sus últimos reductos.
La riqueza micológica del valle y la demanda creciente de las distintas variedades de hongos que se desarrollan en los montes del Genal, abre otra puerta a la explotación racional de este importante recurso natural. Tampoco podemos olvidar la cantidad de especies florales aromáticas y medicinales que crecen en el valle, su recolección está suponiendo la creación de algunas pequeñas industrias relacionadas con la elaboración de perfumes, aromaterapia y homeopatía. En cuanto a la apicultura, vuelve a renacer tras años de cierto estancamiento, convirtiéndose en otro importante recurso económico, destacando la calidad y cantidad de tipos de miel y sucedáneos.
La extraña naturaleza geológica de Sierra Bermeja, constituida por rocas de origen magmático, da pie a la existencia de una importante y relicta comunidad vegetal compuesta por numerosos endemismos
Se puede afirmar sin temor a equivocarnos que el Genal es uno de los últimos ríos intactos de la península ibérica; ninguna presa, trasvase, ni construcción humana semejante ha variado el curso de sus aguas o transformado negativamente el ecosistema fluvial; sus riberas rebozan de vida, con importantes y bien conservadas comunidades vegetales riparias.
Los pueblos del valle contribuyen con su peculiar arquitectura de casas blancas, asimétricas y separadas por estrechas callejuelas que se amoldan a las vicisitudes del terreno, ha engrandecer el rico patrimonio etnográfico; a ello sumamos ancestrales fiestas y ritos que se pierden en la memoria de los tiempos y una rica cultura gastronómica, donde prevalece la sencillez de sus platos a base de productos naturales de la zona, con las chacinas de cerdo ocupando el escalafón superior. Más que en otras manifestaciones se advierte el legado andalusí, que ha dado sello de identidad a esta comarca de La Serranía. Aun se conservan los sistemas de riego, los huertos, las acequias y un sinfín de usos y costumbres que no debemos permitir sucumban ante la vorágine del progreso desmedido.
En estos últimos años se ha creado una importante red de alojamientos rurales, reconstruyéndose muchas casas y cortijos abandonados para este menester del turismo y que por otra parte y así hay que decirlo, está contribuyendo a la recuperación de las antiguas artesanías de la madera, forja, esparto, etc. usadas en la decoración de las casas rurales o como elementos de venta de recuerdos.
A pesar del importante grado de conservación que presenta el Valle del Genal, muchas son las agresiones que amenazan con “destruir” este enclave, no podemos olvidar que hasta hace pocas fechas se planteaba por parte de la Confederación Hidrográfica del Sur, la construcción de dos presas en los cursos medio y bajo del río que hubieran inundado un importante porcentaje del territorio físico donde se ubican importantes elementos patrimoniales como molinos, acequias, huertas, cortijos, restos arqueológicos, etc. y quien sabe cuales habrían sido las más que seguras consecuencias negativas en la dinámica ecológica del valle. Ahora se pretende hacer un trasvase a la presa de río Verde, que abastece a la Costa del Sol. Tampoco debemos olvidar la intención de implantar algunos parques eólicos en enclaves de gran valor ecológico. Ya, por desgracia, un enorme tendido eléctrico conocido como “Cable de la Muerte” atraviesa de Sur a Norte todo el valle, con una incidencia sobre la fauna, flora y el ecosistema aun por valorar. La ultima “fantasmada” que se expande por todo el Valle del Genal, es la plaga de la especulación urbanística. Agotados los terrenos en la cercana costa, las fauces del urbanismo han fijado sus ojos en un territorio virgen, desconocido y de indudable atractivo paisajístico.
A finales de los años ochenta del pasado siglo, surge un importante movimiento conservacionista, formado básicamente por colectivos vecinales, ecologistas y universitarios, que luchan denodadamente por salvaguardar los valores naturales y etnográficos de este sorprendente y evocador territorio del Sur. Sin duda alguna, en pocos lugares de Andalucía existe, un tal alto nivel de conciencia ecológica como en el Valle del Genal.
Es una de las comarcas con mayor personalidad y arraigo de Andalucía, y que ha sabido preservar, en gran medida, su atractivo paisajístico y cultural, conjugando perfectamente uso y conservación.
El Valle del Genal es una sorpresa paisajística a cada estación del año, quizás el momento más álgido y de mayor hermosura sea el otoño, cuando los castaños se tiñen de tonalidades ocres, contrastando con las gamas verdes de encinas, quejigos y alcornoques. El paisaje montano muestra tras las primeras lluvias toda la trama de grises típicas de las rocas calizas y los torcales ofrecen imágenes tridimensionales. Las sierras bermejas, no siendo menos, se transforman en oxidantes y brillosas rocas adueñadas por un ejército de pinares, comandados por el altivo y oscuro pinsapo que mora en sus cumbres.
El invierno deja desnuda las ramas de castaños y otros árboles frutales y en el campo se trabaja para la próxima cosecha. El frío se hace notar y las labores caseras toman protagonismo, como es el caso de la matanza, que en el Valle del Genal alcanza el rango de “Ritual”.
La primavera en el Genal es un estampido de vida, con paisajes cambiantes, de cielos inmensos, inundados de fragancias y olores. Se recolectan las cerezas y los castaños se visten de hojas y flores; las chorreras manan por las cañadas y barrancos buscando al padre Genal, en un cuadro natural de contrastada belleza.
En verano más que en ningún momento, el río toma protagonismo, atenuando a propios y extraños los rigores del calor en las numerosas charcas y pozas que surcan el río. La mayoría de pueblos del Valle celebran sus fiestas patronales o semanas culturales, es el momento para la fiesta, la diversión y el encuentro con los que tuvieron que emigrar a otras tierras en busca del sustento. Los montes del Genal son recorridos en estos días de tórrido calor por un ejército de arrieros y corcheros en una inexcusable cita con el chaparro, al que cada nueve años se le extraen las corchas. Con total sumisión desembarca otra vez el otoño y con ella la recogida de la castaña y los tradicionales tostones… el ciclo continúa.
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Tierra mítica, misteriosa, repleta de grandiosos paisajes donde los haya, El Valle del Genal no pasó inadvertido a los viajeros románticos, sobre todo ingleses y centroeuropeos, que recorrieron nuestras sierras y pueblos durante los siglos XVIII y XIX.
Agotadas en Europa las tierras vírgenes, estos ávidos aventureros, fuesen botánicos, escritores o pintores, encontraron en la Serranía un territorio aislado, anquilosado en el pasado, en algunos aspectos en el edad neolítica. Todos quedaban fascinados por manifestaciones artísticas, religiosas y culturales como el flamenco, las corridas de toros o la semana santa, pero sobre manera, por la activa presencia de contrabandistas y bandoleros que evidenciaban la triste realidad de la nuestra y de otras comarcas andaluzas próximas, sumidas en la más absoluta miseria, desamparada por las autoridades y a merced del despotismo de los señoritos de turno. Gracias a los viajeros románticos conocemos muchos aspectos de la vida en nuestros pueblos, quedando plasmado en sus escritos una importante parte de nuestra historia; auténtica, única y desgraciadamente desconocida a las nuevas generaciones.
Podemos decir que ellos, los viajeros románticos, fueron los precursores en nuestra comarca del turismo rural y del senderismo. En esos tiempos, a falta de carreteras, existía una importante red de comunicaciones que aprovechaban los antiguos viales romanos y medievales, también las cañada reales, coladas y caminos vecinales.
Muchos de los senderos se han perdido o han sido usurpados por fincas privadas. Siendo como son un importante patrimonio público, no estaría de más que desde las administraciones públicas se hiciese algo más por recuperar estos caminos, por poner en alza su importancia patrimonial, como testigos del devenir histórico del Valle del Genal.
Curiosamente, pocas son las guías actuales consultadas donde se hable del Valle del Genal, la cercanía de otros parajes mas promocionados o protegidos como pudieran ser los parques naturales de Sierra de las Nieves, Sierra de Grazalema o Los Alcornocales, restan atención al Genal y generalmente queda fuera de los circuitos turísticos especializados en turismo activo. Aquí, para ver los mejores paisajes y enclaves no hay que realizar enormes caminatas, ni subir altas cimas; todo queda a mano, cercano, visible desde la misma carretera o a tiro de piedra del pueblo; esta ventaja debe de ser un activo a vender.
Últimamente y en un esfuerzo por adecuar una mínima infraestructura en cuanto a senderos, se han limpiado y señalizado las principales veredas que enlazan a todos los pueblos del Valle. Organismos como el CEDER (Centro de Desarrollo Rural de la Serranía de Ronda) y algunos ayuntamientos, han puesto todo su empeño y esfuerzo en la recuperación de estos viales de comunicación; a veces, no recompensado, por la testarudez de ciertos elementos humanos que impiden el trasiego por estos caminos públicos, sirva de ejemplo el paso de las Gambillas, importantísimo nudo de comunicaciones donde afluyen varios senderos que comunican entre si los pueblos del Alto y Bajo Genal. En otros casos destrozan los hitos y señales del camino.
La organización del Valle en mancomunidades se nos antoja de vital importancia, es la única manera de solventar problemas que, los pueblos por si solos, no podrían. En este sentido se han dado los primeros pasos y ya, por ejemplo, el Consorcio del Alto Genal ha puesto en marcha una ruta turística denominada El Legado de Fray Leopoldo, la cual debe servir de ejemplo para instaurar otros recorridos.
Otro aspecto de interés consiste en intentar aunar los esfuerzos de todas las administraciones para que se venda el producto turístico de manera global, con un estándar común en cuanto a la señalización y oferta, que impida la controversia, masificación y disparidad de criterios informativos de la que siempre es víctima el senderista, turista o visitante. Ejemplo, hay carreteras que tienen tres numeraciones distintas, otras no tienen ninguna, incluso se señala la ubicación de un dolmen inexistente.
A diferencia de algunos de estos enclaves antes nombrados, el Valle del Genal además de ofrecer paisaje, flora y fauna, tiene un elemento importantísimo que son sus pueblos, integrados armoniosamente en el conjunto
Los caseríos se amoldan a los contornos de la sierra y mantienen la estructura urbana heredada de la época islámica. Parece ilógico o caprichoso que los pueblos del Genal se ubiquen alejados del río, fuente de vida, riqueza y motor de los ingenios. En casi todos los casos los pueblos se han desarrollado en zona de contacto litológico, lo que propicia la existencia de fuentes y por tanto, de huertas y caminos. También se está próximo a las zonas altas, ricas en pastos para la actividad ganadera; a la par que se tienen a mano los terrenos forestales, abundantes en castañares, pinares, encinares, alcornocales, etc.
Los pueblos del Valle del Genal atesoran una enorme riqueza etnográfica en forma de tradiciones, fiestas y celebraciones, algunas en franca regresión o en peligro de desaparecer, sobre todo a raíz del despoblamiento surgido en los años 60 del pasado siglo. Sin duda los moradores del Valle del Genal son responsables del magnífico aspecto medioambiental que nos han legado y también deben ser los celosos guardianes de sus más genuinas costumbres.
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La Serranía de Ronda puede presumir de contar entre sus enclaves protegidos con algunos de los parques naturales más emblemáticos de Andalucía, caso de la Sierra de Grazalema, Los Alcornocales y la Sierra de las Nieves. Curiosamente el Valle del Genal queda fuera de la red de espacios protegidos de la comunidad andaluza, a pesar de atesorar más ecosistemas naturales, diversidad geológica, endemismos botánicos y variedad faunística que sus vecinos parajes protegidos. Tanto el Valle del Genal como Sierra Bermeja están catalogados como “Complejos Serranos de Interés Ambiental”. Tan solo y dentro del territorio natural del Valle del Genal, Los Reales de Sierra Bermeja y Sierra Crestellina ostentan la honrosa figura de “Paraje Natural”.
Es mas que probable que la totalidad del valle se incluya como Lugar de Interés Comunitario (LIC) formando parte de la Red Natura 2000, instaurada por la Directiva 92/43/CEE, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestre.
Está aprobado por el Parlamento de Andalucía y por unanimidad de todos los grupos políticos, una proposición no de ley, en el que se insta a la protección y declaración del Valle del Genal como parque natural. Sin duda, es la figura protectora idónea para asegurar la defensa y puesta en alza de su rico patrimonio natural, además podría ser la lanzadera de su ansiado y deseado despegue económico, asegurando un desarrollo armonioso y sostenible.
Igualmente desde la UNESCO se auspicia la creación de una gran Reserva de la Biosfera transcontinental que englobe a los espacios más notables y representativos del “Monte Mediterráneo” y que incluiría a los ya existentes de Sierra de las Nieves y Sierra de Grazalema, más el parque natural de los Alcornocales, Valle del Genal y los espacios protegidos de la región del Rif, en el Norte de Marruecos.
Muchos de los valores naturales del Valle del Genal vienen definidos por su importante situación geográfica, cercana al continente africano y a los influjos climáticos del mediterráneo y atlántico. Si a estos parámetros unimos la variedad en cuanto a tipos de suelos y un clima generoso en lluvias, el resultado es que el Valle del Genal alberga una importante comunidad floral, quizás la mas variada y mejor conservada de Andalucía; destacando desde la vegetación típica tropical, hasta abetales y matorrales de alta montaña.
El aislamiento histórico, una geografía abrupta con fuertes pendientes y la impronta humana, ha llevado al Valle del Genal a presentar como principal activo un paisaje casi inmaculado, un auténtico vergel. Tan solo las tierras altas del Valle presentan un aspecto desangelado en lo vegetal, fruto de las talas indiscriminadas de encinas para la obtención de carbón o para alimentar los altos hornos de la fábrica de hoja de lata de San Miguel, industria metalúrgica ubica en tierras de Júzcar, junto al río Genal y que estuvo pocos años en producción; pero que dejo su huella devastadora en las montañas para siempre. La ocupación ganadera posterior ha puesto coto, de momento, a la recuperación vegetal de estos entornos.
En el Valle del Genal crecen y dan frutos una inmensa variedad de árboles autóctonos y alóctonos, estos últimos en absoluto han roto la dinámica paisajística, todo lo contrario, han contribuido a enriquecer aun más el esplendido panorama verde del valle. Uno de estos elementos es el castaño, árbol emblemático del Valle del Genal y sobre el que gira gran parte de la economía de la comarca. Aparte de la venta al por mayor de la castaña, en los últimos años se han creado algunas cooperativas que elaboran manufacturas destinadas al mercado agroalimentario. Además del castaño, son importantes las masas de querquinaceas, destacando el alcornoque, o chaparro, que es como se conoce a este árbol en La Serranía. La saca de las corchas supone otro recurso económico de importancia en el valle, convirtiéndose en una de las actividades forestales más singulares y ritualizadas de La Serranía.
También abunda la encina y en los enclaves más húmedos crece el quejigo. La montanera y cría del cerdo ibérico se vislumbra como otro de los iconos donde se sustenta la economía del Valle del Genal.
El otro elemento arbóreo destacable, sin duda alguna es el pinsapo, un abeto endémico de La Serranía y que en las alturas de Los Reales de Sierra Bermeja encuentra uno de sus últimos reductos.
La riqueza micológica del valle y la demanda creciente de las distintas variedades de hongos que se desarrollan en los montes del Genal, abre otra puerta a la explotación racional de este importante recurso natural. Tampoco podemos olvidar la cantidad de especies florales aromáticas y medicinales que crecen en el valle, su recolección está suponiendo la creación de algunas pequeñas industrias relacionadas con la elaboración de perfumes, aromaterapia y homeopatía. En cuanto a la apicultura, vuelve a renacer tras años de cierto estancamiento, convirtiéndose en otro importante recurso económico, destacando la calidad y cantidad de tipos de miel y sucedáneos.
La extraña naturaleza geológica de Sierra Bermeja, constituida por rocas de origen magmático, da pie a la existencia de una importante y relicta comunidad vegetal compuesta por numerosos endemismos
Se puede afirmar sin temor a equivocarnos que el Genal es uno de los últimos ríos intactos de la península ibérica; ninguna presa, trasvase, ni construcción humana semejante ha variado el curso de sus aguas o transformado negativamente el ecosistema fluvial; sus riberas rebozan de vida, con importantes y bien conservadas comunidades vegetales riparias.
Los pueblos del valle contribuyen con su peculiar arquitectura de casas blancas, asimétricas y separadas por estrechas callejuelas que se amoldan a las vicisitudes del terreno, ha engrandecer el rico patrimonio etnográfico; a ello sumamos ancestrales fiestas y ritos que se pierden en la memoria de los tiempos y una rica cultura gastronómica, donde prevalece la sencillez de sus platos a base de productos naturales de la zona, con las chacinas de cerdo ocupando el escalafón superior. Más que en otras manifestaciones se advierte el legado andalusí, que ha dado sello de identidad a esta comarca de La Serranía. Aun se conservan los sistemas de riego, los huertos, las acequias y un sinfín de usos y costumbres que no debemos permitir sucumban ante la vorágine del progreso desmedido.
En estos últimos años se ha creado una importante red de alojamientos rurales, reconstruyéndose muchas casas y cortijos abandonados para este menester del turismo y que por otra parte y así hay que decirlo, está contribuyendo a la recuperación de las antiguas artesanías de la madera, forja, esparto, etc. usadas en la decoración de las casas rurales o como elementos de venta de recuerdos.
A pesar del importante grado de conservación que presenta el Valle del Genal, muchas son las agresiones que amenazan con “destruir” este enclave, no podemos olvidar que hasta hace pocas fechas se planteaba por parte de la Confederación Hidrográfica del Sur, la construcción de dos presas en los cursos medio y bajo del río que hubieran inundado un importante porcentaje del territorio físico donde se ubican importantes elementos patrimoniales como molinos, acequias, huertas, cortijos, restos arqueológicos, etc. y quien sabe cuales habrían sido las más que seguras consecuencias negativas en la dinámica ecológica del valle. Ahora se pretende hacer un trasvase a la presa de río Verde, que abastece a la Costa del Sol. Tampoco debemos olvidar la intención de implantar algunos parques eólicos en enclaves de gran valor ecológico. Ya, por desgracia, un enorme tendido eléctrico conocido como “Cable de la Muerte” atraviesa de Sur a Norte todo el valle, con una incidencia sobre la fauna, flora y el ecosistema aun por valorar. La ultima “fantasmada” que se expande por todo el Valle del Genal, es la plaga de la especulación urbanística. Agotados los terrenos en la cercana costa, las fauces del urbanismo han fijado sus ojos en un territorio virgen, desconocido y de indudable atractivo paisajístico.
A finales de los años ochenta del pasado siglo, surge un importante movimiento conservacionista, formado básicamente por colectivos vecinales, ecologistas y universitarios, que luchan denodadamente por salvaguardar los valores naturales y etnográficos de este sorprendente y evocador territorio del Sur. Sin duda alguna, en pocos lugares de Andalucía existe, un tal alto nivel de conciencia ecológica como en el Valle del Genal.
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