Rondeño con vocación de serrano
Quizás, muchos rondeños desconocerán que hasta fechas no muy lejanas, los pinsapares situados en las cañadas del Cuerno, Enmedio, Canalizo y Ánimas, incluidas actualmente en el Parque Natural Sierra de las Nieves y pertenecientes al término municipal de Ronda, formaban parte de los Montes de Propios de nuestra ciudad, es decir, constituían una parte del patrimonio del todos los rondeños, como es el caso de los Montes de Propios en tierras de Cortes de la Frontera, de donde nuestro consistorio saca unas buenas rentas cada verano por la extracción del corcho.
Volvamos al tema que nos atañe. La reseña escrita más antigua sobre los pinsapares de Ronda es del licenciado Juan de Paradas, allá por el año 1570, cuando se plantean ciertos conflictos por los deslindes con algunas fincas privadas del entorno.
El llamado Monte Pinsapar de la Sierra de las Nieves ocupaba unas 750 ha y en la mayor parte de su área se enseñoreaba nuestro insigne abeto. Desgraciadamente y debido a las actividades incontroladas de carboneros, a la poda de ramas de pinsapos por parte de los neveros, a los incendios forestales y sobre todo, a la abusiva carga ganadera, la situación de este peculiar árbol durante el siglo XIX llegó a un extremo tal, que estuvo a punto de desaparecer. Así lo denunciaron algunas instituciones científicas e ilustres ingenieros de montes, como Antonio Laynez en 1858 o Máximo Laguna en 1867. Si sabemos que el Monte Pinsapar tuvo guarda desde principios del siglo XIX. A través de los documentos consultados, descubrimos que el primero conocido fue Francisco Ponce, el cual ejerció su cargo desde 1809 hasta 1820, cuando se le destituyó por un caso de corrupción al cobrar un dinero en nombre del Corregidor de Ronda, D. José Gregorio de Aragón. Le precedió un tal Antonio Ruiz. Tras un periodo sin vigilante y vigilancia se ofrece para el empeño Benito Gil Barea, capataz de los pozos de nieve, quien pasa largas temporada en la sierra y observa como vecinos de Yunquera y Tolox talan numerosos pinsapos, hasta el punto de haber asolado algunas parcelas. Tras un acuerdo, cumplirá la función encomendada a cambio del aprovechamiento de los pastos del pinsapar.
Por las denuncias planteadas sobre vecinos de Yunquera y Parauta, que fueron sorprendidos con cargas de leña, conocemos que Salvador Vela fue guarda en 1865 y Francisco Muñoz en 1837. De esta manera nos plantamos a principios del siglo XX, cuando Francisco Molina García, conocido cariñosamente como Frasquito el guarda, asume las funciones de control del pinsapar rondeño. En 1945, la finca Monte Pinsapar de la Sierra de las Nieves, perteneciente a los Montes de Propios del Excmo. Ayuntamiento de Ronda, fue adquirida por el Estado, como condonación de la gran deuda que mantenía el consistorio rondeño con esta institución. Desde ese momento, Francisco Molina deja de ser funcionario municipal, para ingresar en la Guardería Forestal del Cuerpo de Montes.
Para saber más del tema, recomiendo la lectura del libro: Ordenación y aprovechamiento de los pinsapares rondeños durante el siglo XIX. La memoria de Antonio Láynez, de Manuel Becerra Parra, publicada por Editorial La Serranía.
De aquella época hemos legado los restos de la choza donde Francisco pasaba largas temporadas. El lugar no puede ser más idílico, con vistas a las sierras Hidalga y Blanquilla, bajo la sombra del pinsapar y junto a la fuente del Pinar, conocida igualmente como de Molina. Hay que saber que a petición de la Asociación Senderista Pasos Largos y con la colaboración de la Delegación Provincial de Medio Ambiente en Málaga de la Junta de Andalucía, se llevó a cabo un homenaje en forma de placa, ubicada en un monolito en las inmediaciones de la choza.
Para apreciar los grandes valores humanos de este rondeño, hemos extraído el siguiente texto del libro: Sierra de las Nieves. Guía del excursionista, de Editorial La Serranía, cuyos autores son Rafael Flores Domínguez y Andrés Rodríguez González.
Y para comenzar nada mejor que hacerlo con un personaje del pueblo y de una enorme categoría humana como fue Francisco Molina, el primer guarda del pinsapar de Ronda. “...Después de unas lomas entre 1200 y 1300 m alt. y ya en la Sierra de la Nieve, entramos en las consocietas de Abies pinsapo casi tocando con la casita de Molina y choza, situadas junto a la fuente del Pinar. Aquí tiene Frasquito el entusiasta guardador del pinsapar un reducido albergue que él se ha construido para protegerse de las inclemencias de la Naturaleza durante el desempeño de su misión (Depende de la Guardería Forestal del Cuerpo de Montes. Hace ya tiempo que una sociedad y elementos culturales de Málaga se interesan por que el pinsapar sea declarado Parque Nacional. Pero nada se ha conseguido todavía). Es Francisco un hombre franco, cordial y entendido, muy amante de sus pinsapos como admirador de su mérito; nos atendió admirablemente y debo advertir que no hay necesidad de recomendación para ello, pues le basta saber que uno se interesa por los pinsapos para que le sirva y atienda y le colme de atenciones. Molina conocía muy bien a Gros a quien había acompañado años atrás en la búsqueda de Atropa baetica por estas sierras...”. Con estas palabras describía José Cuatrecasas en 1930 su encuentro con Frasquito Molina, nuestro personaje, en el artículo “Una visita al pinsapar de Sierra de la Nieve”, publicado en el Butleti del Institució Catalana d´Historia Natural, 2ª serie. No es la única referencia, se sabe que acompañaba gustoso a cuantos investigadores o curiosos se acercaban por el pinsapar de Ronda; existen textos y fotos que así lo atestiguan, una de las más interesantes por su valor histórico fue realizada por Barbey en 1930 y muestra al guarda Molina con Ceballos, Martín Bolaños y Roger Ducamp en la Sierra de Las Nieves (en el libro “A través de los Bosques de Pinsapo de Andalucía”).
Frasquito era un entusiasta guarda del pinsapar, los botánicos lo estimaban por su amabilidad y atención, pero también la gente de Ronda; según cuentan sus familiares directos, José y Miguel Molina González, Frasquito recogía leña para traerla al asilo de ancianos de Ronda, ciudad en la que vivía (Calle Real, 11) y donde bajaba una vez a la semana. Francisco Molina García (Frasquito el Guarda) tenía 11 hermanos, él era el cuarto de mayor edad. Se casó con Antonia González de quien tuvo un hijo llamado Miguel; después de enviudar volvió a contraer matrimonio con Concha García Fernández de quien tuvo tres hijos, Antonia, Eduarda y Rafael. Fue guarda unos 50 años si contamos los anteriores y posteriores a la Guerra Civil. Con su caballo de nombre “Picúo” y su perro setter inglés llamado “Yanqui”, cuidó el pinsapar bajo las órdenes, muchos años, del ingeniero-jefe Eladio Caro, quien, por cierto, en el año 1914 realizó un inventario de la riqueza forestal del pinsapar rondeño y propuso su declaración como Monumento Nacional. Francisco fue persona querida y respetada hasta por los bandoleros Flores Arrocha y Pasos Largos con los que convivió en la zona. Aún se conserva la “Fuente de Molina” junto a la que tenía la choza; en un enorme pinsapo se construyó un asiento a modo de mirador y las raíces descarnadas de otro servían para la casa de su perro “Yanqui”. También se conserva la pileta tallada en la raíz de un pinsapo muerto donde bebía el perro. La fuente no está lejos del actual Refugio de Quejigales que entonces se llamaba “Cortijo de Las Tablas”. Murió con más de noventa años. Un hermano de Frasquito, de nombre Cristóbal, fue el primer guarda de la Alameda de Ronda, a éste le siguió en el cargo su hijo. Gracias a la amabilidad de sus dos sobrinos, nonagenarios pero con buena memoria y salud, hemos podido recopilar estos datos. Nuestro agradecimiento más sincero a ellos y a su nieto Jesús Molina. Francisco es recordado hoy día con su nombre rotulado a una glorieta de la Alameda del Tajo de Ronda.
El pasado domingo, 14 de junio, los miembros de la Red de Voluntarios Medioambientales del Parque Natural Sierra de las Nieves, a la cual pertenezco desde su fundación, acometimos la restauración testimonial de los restos de la choza. Para ello pusimos en práctica las técnicas aprendidas en unas jornadas formativas celebradas en Monda, sobre la construcción de muros en piedra seca. La actividad fue todo un éxito y de esa manera hemos rendido homenaje a Francisco Molina y a todos aquellos guardas, ingenieros e instituciones que lucharon por defender la joya vegetal más preciada de Ronda y la Serranía: El pinsapo.
Que la impronta de estas ilustres personas sirva de motivación y ejemplo a nuestros gobernantes locales. A ver cuando se dan cuenta, que el paisaje es nuestro principal patrimonio, espejo de nuestra historia, recurso de gran futuro y sin duda alguna, nuestra principal seña de identidad.
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