Rafael Flores Domínguez
Rondeño con vocación de serrano
Andalucía, con 87.268 km2 de extensión, es un complejo y basto territorio agraciado por una geografía física única y sin parangón en toda la Península Ibérica. Sin duda, su ubicación en el extremo sur del continente europeo, donde confluye con el continente africano y con dos importantes mares, como el Mediterráneo y el océano Atlántico, la convierten en una encrucijada de culturas y pueblos, que ha marcado a lo largo de los tiempos la idiosincrasia de sus actuales pobladores. A pesar de los estereotipos, nuestra tierra tiene una fuerte vocación montañosa; así, una tercera parte de Andalucía se eleva por encima de los 600 m de altitud. Al norte, separándola de Extremadura y Castilla la Mancha se contornea la fragosa Sierra Morena, franqueable por el famoso paso de Despeñaperros. El Valle del Guadalquivir es la gran depresión que separa a Sierra Morena del Sistema Bético, un alargado cordón montañoso que a su vez presenta dos cordilleras bien definidas, una paralela y más próxima al mar Mediterráneo llamada Penibética y otra más al norte, lindando con el Valle del Guadalquivir, que se la denomina Subbética.
Durante la pasada temporada tuve la oportunidad de coronar junto a mis compañeros de la Asociación Senderista Pasos Largos, las cumbres más altas de cada una de las provincias andaluzas. Sin duda, está experiencia me ha llenado de gozo, pues no sólo he disfrutado de sorprendentes parajes, sino que he podido comprobar como el paisaje guarda una estrecha relación con el carácter de los habitantes que moran en sus dominios y que se puede extrapolar a la realidad andaluza, constituida por una diversidad de culturas, que curiosamente y a pesar de los contrastes y matices, se aglutinan armoniosamente en una entidad de acusada personalidad; distinta y dispar con respecto al resto de regiones y nacionalidades del estado español.
Iniciamos el ciclo en el mes de septiembre ascendiendo al techo de Sevilla, El Terril (1.129 m), visible desde algunos puntos cercanos a Ronda. Por ejemplo, si nos situamos en el mirador del Pino, en la carretera Ronda-San Roque, y escudriñamos el horizonte hacia el norte, vemos con se eleva esta montaña de suave perfil y con una alargada meseta cimera. Tanto el Terril como el peñón de Algámitas (1.128 m) se ubican en la denominada Sierra Sur de Sevilla, ambas cumbres están separadas por el puerto Zamorano, lugar que aprovecha la carretera que une las poblaciones de Pruna y Algámitas. Las dos son coronables el mismo día. El peñón de Algámitas es más abrupto y se encuentra rodeado en todos sus flancos por imponentes cortados, además, en sus laderas se desarrolla un precioso encinar que contrasta con la amplia campiña cubierta de olivares. En su antecumbre descubrimos un desdibujado nevero, testigo mudo de cuando siglos atrás las temperaturas eran más frías y no era extraño encontrar nieve en estos pagos. Antes de llegar a la cima hay que sortear un difícil paso elevado, no apto para personas con vértigo. Desde aquí arriba se otean las sierras gaditanas, la Serranía de Ronda, Pruna con su castillo y Olvera. El Terril tiene un metro más de altura, por tanto es el punto más elevado de la Sierra del Tablón y de Sevilla. Su acceso más fácil es a través de un sendero que parte muy cerca de la ermita de la Concepción, y que conduce hasta el geodésico. Lastimosamente esta muy deforestada por los incendios, aunque merece la pena contemplar el rosario de pueblos y montañas que se extienden a sus pies, algunos tan importantes como Osuna, El Saucejo, Teba, el peñón de Zaframagón, Sierra Tejeda, etc.
Octubre fue el mes elegido para subir al Chullo (2.610 m), máxima elevación de Almería, que se halla en Sierra Nevada. Se inicia la subida desde la estación de montaña del puerto de la Ragua, que a su vez comunica por carretera las comarcas del Marquesado del Zenete y Las Alpujarras. Aquí, a 2.000 m de altitud lindan dos pisos de vegetación bien distintos; por un lado el pinar y por otro el piornal, gran dominador de la alta montaña. Desde estas alturas se abarcan grandes panorámicas a los altiplanos de Guadix y Baza, al relativamente cercano pico Almirez (2.517 m), el mejor mirador de Sierra Nevada, y a las cumbres señeras del Alcazaba (3.371 m) y Mulhacén (3.484 m), el indiscutible techo peninsular. Se puede completar esta subida, de hecho así los hicimos nosotros, visitando la lagunilla Seca y regresando al puerto de la Ragua por un sendero que rodea el Chullo por su cara norte, donde tiene su cabecera el río Hueneja. Si visitamos esta montaña en verano, podremos gozar de la floración de un buen ramillete de pequeñas plantas de alta montaña, muchas de ellas endémicas de este macizo.
En noviembre le toco el turno al cerro Bonales (1.055 m), punto más elevado de la provincia de Huelva, a cuya cita no pude acudir, aunque próximamente mostraré pleitesía, tanto a la cumbre onubense, como al cercano cerro Tentudía (1.112 m), techo de Badajoz, ubicados muy cerca el uno del otro. Si he tenido oportunidad de coronar el Cerro del Castaño (969 m), considerado hasta fechas recientes como el rey de este sector de Sierra Morena y más concretamente del Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche. La población de referencia es Castaño del Robledo, desde aquí se toma un sendero que rodea este monte y que permite acceder a la cumbre. Lo más llamativo de esta cómoda y corta ascensión es la presencia de densos bosques de castaños, alcornoques, quejigos y robles melojos, estos últimos muy escasos en Andalucía, que se encaraman hasta la misma cúspide. El cromatismo otoñal y la gran variedad de hongos, añaden un especial atractivo a esta singular montaña.
Febrero fue testigo de la ascensión a la cumbre más alta de la provincia de Málaga, que no es otra que la famosa Maroma (2.065 m). Hasta fechas recientes existía cierta controversia sobre cual era la cima más alta de la provincia malacitana. Todos pensábamos que era el Torrecilla (1.919 m), que como bien sabrán es el techo de la Serranía de Ronda. Por el contrario, en los mapas se constataba que la cumbre de la Maroma se hallaba en la provincia de Granada, estando el límite interprovincial Málaga-Granada en la cota 2.000 m; ese dato convertía a esa curva de nivel en el punto más elevado, pero no en la cumbre más alta. Tras las aclaraciones ofrecidas por el Instituto Geográfico Nacional, ya es oficial que la linde entre provincias pasa justamente por el geodésico de esta montaña, con lo cual dicho honor recae en la máxima altura de Sierra Tejeda. Cuestión aparte, el montañero no cae en ningún tipo de trivialismo y para nuestro colectivo todas las montañas, son eso, montañas, sin más fronteras que las que pisa el que se aventura a hollar su espléndida altivez.
El ascenso lo afrontamos desde La Alcaicería, paraje ubicado en Alhama de Granada. De la cercana área de acampada libre del Robledal parte un sendero que no para de subir y que atraviesa lugares tan espectaculares como el Salto del Caballo, una impresionante colada que acongoja por los profundos acantilados que sortea, además, ese día presentaba cierto peligro debido a las placas de hielo. Otra de las sorpresas del día fue descubrir entre la espesa niebla a los centenarios tejos, que aunque ya quedan pocos, antaño fueron abundantes, de ahí que se conozca a esta sierra como Tejeda. El último tramo, entre el collado Lobera y la meseta donde se asienta el enorme poste geodésico fueron de extrema dureza, con unas temperaturas gélidas y con el añadido de avanzar por un terreno nevado y sin sendero. Menos mal que llevábamos el GPS, de no haber sido por esta herramienta, fruto de las nuevas tecnologías, no habríamos llevado la empresa a buen cauce. Como curiosidad, comentar que la Maroma debe su nombre a una sima situada a escasos metros de la cumbre, donde se acumula la nieve que recogían los neveros, antes de desaparecer esta actividad, a través de una soga o maroma.
El 28 de febrero de 2007, Día de Andalucía, le tocó el turno al Torreón (1.654 m), techo de la provincia de Cádiz, quizás la montaña que mejor conocemos los rondeños, ya que es visible desde cualquier punto de la ciudad, especialmente desde las balconadas de la Alameda del Tajo. Quien no se asoma al tajo y vislumbra el famoso San Cristóbal, para dictar según tenga montera o no, que en Ronda va a llover. Pues precisamente, de los tres picos de la montaña, el Torreón es el de en medio. Esta cumbre se encuentra dentro del área de reserva del Parque Natural Sierra de Grazalema, por lo que se necesita permiso de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía para su ascensión. Se inicia el sendero en la carretera de Grazalema a Benamahoma. Todo el recorrido es una interminable subida, eso si, por un sendero bien marcado que te conduce hasta la cúspide. La impresión que causa al montañero que pisa su cima es indescriptible, a nuestros pies se observan las Caídas del Pinar y el esplendido bosque de pinsapos de la cara norte, el mejor conservado de la Serranía. En el otro extremo de la Sierra del Pinar, donde nos hallamos, se eleva majestuoso el pico San Cristóbal (1.555 m). La crestería que separa a ambas cumbres, es una de las mejores actividades montañeras que se pueda realizar en Andalucía. Al igual que para esta ruta, se necesita una autorización, dado que en estos farallones se refugian una buena cantidad de especies botánicas endémicas, entre ellas, la celebre amapola serrana o de Grazalema. Describir todos los hitos que se atisban desde este peculiar otero sería tarea harto difícil, apuntaremos la totalidad de la Serranía de Ronda, las campiñas de Jerez y Sevilla, Morón de la Frontera, Montellano, Arcos de la Frontera, Ronda, Utrera, Olvera, además del Campo de Gibraltar y las montañas del Rif en el continente africano.
Abril, el de las lluvias mil, acogió la sexta etapa de los techos de andaluces y el destino fue el cielo de Jaén, el pico Mágina (2.164 m). El punto de encuentro con los compañeros se estableció en Cambil, desde donde hay que tomar la carretera a Huelma y desviarse por un pequeño carril que nos deja en la dehesa de Mata Bejid, lugar donde se alzan las ruinas de una antigua fortaleza nazarí. Ahora nos encaminamos con la compañía de enormes y espectaculares encinas y quejigos hasta el derruido cortijo de los Prados, con vistas a la imponente y piramidal Peña Jaén (2.147 m), que más tarde coronaríamos. Atrás dejamos unos verdes prados y avanzamos por unos fuertes repechos, hasta la meseta cimera, donde hallamos un rosario de pequeñas crestas, una de las cuales es el pico Mágina. Las panorámicas son extraordinarias, abarcando la totalidad de la provincia de Jaén, las Sierras de Cazorla y Segura, Sierra Nevada, La Sagra, etc. Realizadas las fotos de rigor retomamos la crestería que finaliza en la Peña Jaén. El vertiginoso descenso lo acometemos por el collado de los Cuatro Aguaderos, que nos conduce al punto inicial.
El 2 de junio, cuando el verdor de la primavera está a punto de claudicar, nos decidimos por subir al cielo de Córdoba, el pico Tiñosa (1.570 m), que se eleva en la Sierra Horconera, que pertenece a su vez a la Subbética cordobesa. Para iniciar su ascenso es recomendable desplazarse hasta Las Lagunillas, que es pedanía de Priego de Córdoba. Desde este poblado se enfila el barranco originado por el arroyo Cañatiendas, entre la sombra de encinas y quejigos. Llegados al puerto de la Mahína, dejamos el sendero oficial y nos dirigimos a la cara oeste del macizo, donde se desarrolla un circo con pináculos, cascajeras y farallones que tan sólo nos dejan un paso bastante lógico y que nos arrima al punto cumbrero, destacable en lontananza. Desde el geodésico oteamos las Sierras de Guadix y Baza, Sierra Nevada, las sierras Tejeda y Almijara, la Sierra de Loja, la Cruz de Camarolos (1.444 m), conocido como Balcón de Málaga y que a pesar de su escasa altura, su ubicación en el corazón de Andalucía, muy cerca de Villanueva del Rosario, permite ver las dos cumbres más altas de cinco provincias andaluzas. Retomando las panorámicas, destacamos la Sierra Sur de Sevilla y como no, las sierras de las Nieves y Grazalema. El descenso lo realizamos por la zona sur, en dirección a la cueva del Morrión, de escasa profundidad, pero que ofrece una bonita foto. Tras unos destrepes accedimos a la base de la montaña para retomar el barranco de Cañatiendas que nos llevó hasta Las Lagunillas.
Finalizamos este periplo en la cúspide de Granada, en el gigante del Sur, en Sierra Nevada, donde habitan los colosos peninsulares, nos referimos al Alcazaba (3.371 m), el Veleta (3.394 m) y el rey de reyes, el Mulhacén (3.484 m). Partimos un buen día del mes de junio desde el albergue universitario camino de la Virgen de las Nieves, para encarar el sendero que sube de manera suave pero constante a través de la loma de Cauchiles hasta las Posiciones del Veleta. El siguiente hito y parada de descanso lo hacemos en el refugio de la Carihuela, para enfilar el último tramo que nos lleva a coronar el Veleta. Desde este mirador natural avistamos la vega de Granada, Sierra Almijara con la silueta bien visible del Lucero (1.799 m); más cercano queda el piramidal Trevenque (2.076 m), conocido como el rey de la media montaña nevadense; igualmente atisbamos La Sagra, la Sierras de Cazorla y Segura, el Mulhacén, así como la costa mediterránea. Tras tomar un bocado descendemos hasta el refugio, pasando junto a unas viejas construcciones que resultan ser unos fortines usados en la denostada Guerra Civil. El siguiente tramo discurre casi en llano, pero por encima de los 3.000 m, dejando algunas lagunas en los márgenes del camino, como la bellísima laguna Verde. Pronto nos acercamos a unos cuchillos afilados que se denominan los Raspones de río Seco, lugar muy interesante para admirar algunos de los muchos y notables endemismos botánicos de Sierra Nevada. A continuación abandonamos la pista y tomamos un sendero que sube a la Loma Pelá y después desciende por un camino vertiginoso hasta la laguna de la Caldera, donde hallamos el refugio del mismo nombre. La noche la pasamos a la intemperie, entre las cabras monteses acostumbradas a la presencia humana y a la comida fácil. A la mañana siguiente, bien temprano, afrontamos la loma del Mulhacén hasta hacer cumbre, con gran alegría y alborozo por haber completado esta pequeña aventura por los cielos andaluces. Entre acentores alpinos y sintiéndonos muy pequeños ante tan grandioso paisaje, nos hicimos las fotos de rigor, vislumbrando en el horizonte, las hoyas de Baza y Guadix, Sierra Mágina, la Sierra de Cazorla, la Sierra de la Contraviesa, las Alpujarras, el cercano Alcazaba y las más espléndidas lejanías.
Todos los interesados en esta actividad, pueden leer las crónicas y ver cientos de fotos en la web de nuestro club: www.pasoslargos.com. Como bibliografía básica os recomiendo los libros: Sierras andaluzas. Itinerarios senderistas y ascensiones, de Editorial La Serranía y Los Techos de España, de Editorial Desnivel.
Nos Vemos en las Montañas
Rondeño con vocación de serrano
Andalucía, con 87.268 km2 de extensión, es un complejo y basto territorio agraciado por una geografía física única y sin parangón en toda la Península Ibérica. Sin duda, su ubicación en el extremo sur del continente europeo, donde confluye con el continente africano y con dos importantes mares, como el Mediterráneo y el océano Atlántico, la convierten en una encrucijada de culturas y pueblos, que ha marcado a lo largo de los tiempos la idiosincrasia de sus actuales pobladores. A pesar de los estereotipos, nuestra tierra tiene una fuerte vocación montañosa; así, una tercera parte de Andalucía se eleva por encima de los 600 m de altitud. Al norte, separándola de Extremadura y Castilla la Mancha se contornea la fragosa Sierra Morena, franqueable por el famoso paso de Despeñaperros. El Valle del Guadalquivir es la gran depresión que separa a Sierra Morena del Sistema Bético, un alargado cordón montañoso que a su vez presenta dos cordilleras bien definidas, una paralela y más próxima al mar Mediterráneo llamada Penibética y otra más al norte, lindando con el Valle del Guadalquivir, que se la denomina Subbética.
Durante la pasada temporada tuve la oportunidad de coronar junto a mis compañeros de la Asociación Senderista Pasos Largos, las cumbres más altas de cada una de las provincias andaluzas. Sin duda, está experiencia me ha llenado de gozo, pues no sólo he disfrutado de sorprendentes parajes, sino que he podido comprobar como el paisaje guarda una estrecha relación con el carácter de los habitantes que moran en sus dominios y que se puede extrapolar a la realidad andaluza, constituida por una diversidad de culturas, que curiosamente y a pesar de los contrastes y matices, se aglutinan armoniosamente en una entidad de acusada personalidad; distinta y dispar con respecto al resto de regiones y nacionalidades del estado español.
Iniciamos el ciclo en el mes de septiembre ascendiendo al techo de Sevilla, El Terril (1.129 m), visible desde algunos puntos cercanos a Ronda. Por ejemplo, si nos situamos en el mirador del Pino, en la carretera Ronda-San Roque, y escudriñamos el horizonte hacia el norte, vemos con se eleva esta montaña de suave perfil y con una alargada meseta cimera. Tanto el Terril como el peñón de Algámitas (1.128 m) se ubican en la denominada Sierra Sur de Sevilla, ambas cumbres están separadas por el puerto Zamorano, lugar que aprovecha la carretera que une las poblaciones de Pruna y Algámitas. Las dos son coronables el mismo día. El peñón de Algámitas es más abrupto y se encuentra rodeado en todos sus flancos por imponentes cortados, además, en sus laderas se desarrolla un precioso encinar que contrasta con la amplia campiña cubierta de olivares. En su antecumbre descubrimos un desdibujado nevero, testigo mudo de cuando siglos atrás las temperaturas eran más frías y no era extraño encontrar nieve en estos pagos. Antes de llegar a la cima hay que sortear un difícil paso elevado, no apto para personas con vértigo. Desde aquí arriba se otean las sierras gaditanas, la Serranía de Ronda, Pruna con su castillo y Olvera. El Terril tiene un metro más de altura, por tanto es el punto más elevado de la Sierra del Tablón y de Sevilla. Su acceso más fácil es a través de un sendero que parte muy cerca de la ermita de la Concepción, y que conduce hasta el geodésico. Lastimosamente esta muy deforestada por los incendios, aunque merece la pena contemplar el rosario de pueblos y montañas que se extienden a sus pies, algunos tan importantes como Osuna, El Saucejo, Teba, el peñón de Zaframagón, Sierra Tejeda, etc.
Octubre fue el mes elegido para subir al Chullo (2.610 m), máxima elevación de Almería, que se halla en Sierra Nevada. Se inicia la subida desde la estación de montaña del puerto de la Ragua, que a su vez comunica por carretera las comarcas del Marquesado del Zenete y Las Alpujarras. Aquí, a 2.000 m de altitud lindan dos pisos de vegetación bien distintos; por un lado el pinar y por otro el piornal, gran dominador de la alta montaña. Desde estas alturas se abarcan grandes panorámicas a los altiplanos de Guadix y Baza, al relativamente cercano pico Almirez (2.517 m), el mejor mirador de Sierra Nevada, y a las cumbres señeras del Alcazaba (3.371 m) y Mulhacén (3.484 m), el indiscutible techo peninsular. Se puede completar esta subida, de hecho así los hicimos nosotros, visitando la lagunilla Seca y regresando al puerto de la Ragua por un sendero que rodea el Chullo por su cara norte, donde tiene su cabecera el río Hueneja. Si visitamos esta montaña en verano, podremos gozar de la floración de un buen ramillete de pequeñas plantas de alta montaña, muchas de ellas endémicas de este macizo.
En noviembre le toco el turno al cerro Bonales (1.055 m), punto más elevado de la provincia de Huelva, a cuya cita no pude acudir, aunque próximamente mostraré pleitesía, tanto a la cumbre onubense, como al cercano cerro Tentudía (1.112 m), techo de Badajoz, ubicados muy cerca el uno del otro. Si he tenido oportunidad de coronar el Cerro del Castaño (969 m), considerado hasta fechas recientes como el rey de este sector de Sierra Morena y más concretamente del Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche. La población de referencia es Castaño del Robledo, desde aquí se toma un sendero que rodea este monte y que permite acceder a la cumbre. Lo más llamativo de esta cómoda y corta ascensión es la presencia de densos bosques de castaños, alcornoques, quejigos y robles melojos, estos últimos muy escasos en Andalucía, que se encaraman hasta la misma cúspide. El cromatismo otoñal y la gran variedad de hongos, añaden un especial atractivo a esta singular montaña.
Febrero fue testigo de la ascensión a la cumbre más alta de la provincia de Málaga, que no es otra que la famosa Maroma (2.065 m). Hasta fechas recientes existía cierta controversia sobre cual era la cima más alta de la provincia malacitana. Todos pensábamos que era el Torrecilla (1.919 m), que como bien sabrán es el techo de la Serranía de Ronda. Por el contrario, en los mapas se constataba que la cumbre de la Maroma se hallaba en la provincia de Granada, estando el límite interprovincial Málaga-Granada en la cota 2.000 m; ese dato convertía a esa curva de nivel en el punto más elevado, pero no en la cumbre más alta. Tras las aclaraciones ofrecidas por el Instituto Geográfico Nacional, ya es oficial que la linde entre provincias pasa justamente por el geodésico de esta montaña, con lo cual dicho honor recae en la máxima altura de Sierra Tejeda. Cuestión aparte, el montañero no cae en ningún tipo de trivialismo y para nuestro colectivo todas las montañas, son eso, montañas, sin más fronteras que las que pisa el que se aventura a hollar su espléndida altivez.
El ascenso lo afrontamos desde La Alcaicería, paraje ubicado en Alhama de Granada. De la cercana área de acampada libre del Robledal parte un sendero que no para de subir y que atraviesa lugares tan espectaculares como el Salto del Caballo, una impresionante colada que acongoja por los profundos acantilados que sortea, además, ese día presentaba cierto peligro debido a las placas de hielo. Otra de las sorpresas del día fue descubrir entre la espesa niebla a los centenarios tejos, que aunque ya quedan pocos, antaño fueron abundantes, de ahí que se conozca a esta sierra como Tejeda. El último tramo, entre el collado Lobera y la meseta donde se asienta el enorme poste geodésico fueron de extrema dureza, con unas temperaturas gélidas y con el añadido de avanzar por un terreno nevado y sin sendero. Menos mal que llevábamos el GPS, de no haber sido por esta herramienta, fruto de las nuevas tecnologías, no habríamos llevado la empresa a buen cauce. Como curiosidad, comentar que la Maroma debe su nombre a una sima situada a escasos metros de la cumbre, donde se acumula la nieve que recogían los neveros, antes de desaparecer esta actividad, a través de una soga o maroma.
El 28 de febrero de 2007, Día de Andalucía, le tocó el turno al Torreón (1.654 m), techo de la provincia de Cádiz, quizás la montaña que mejor conocemos los rondeños, ya que es visible desde cualquier punto de la ciudad, especialmente desde las balconadas de la Alameda del Tajo. Quien no se asoma al tajo y vislumbra el famoso San Cristóbal, para dictar según tenga montera o no, que en Ronda va a llover. Pues precisamente, de los tres picos de la montaña, el Torreón es el de en medio. Esta cumbre se encuentra dentro del área de reserva del Parque Natural Sierra de Grazalema, por lo que se necesita permiso de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía para su ascensión. Se inicia el sendero en la carretera de Grazalema a Benamahoma. Todo el recorrido es una interminable subida, eso si, por un sendero bien marcado que te conduce hasta la cúspide. La impresión que causa al montañero que pisa su cima es indescriptible, a nuestros pies se observan las Caídas del Pinar y el esplendido bosque de pinsapos de la cara norte, el mejor conservado de la Serranía. En el otro extremo de la Sierra del Pinar, donde nos hallamos, se eleva majestuoso el pico San Cristóbal (1.555 m). La crestería que separa a ambas cumbres, es una de las mejores actividades montañeras que se pueda realizar en Andalucía. Al igual que para esta ruta, se necesita una autorización, dado que en estos farallones se refugian una buena cantidad de especies botánicas endémicas, entre ellas, la celebre amapola serrana o de Grazalema. Describir todos los hitos que se atisban desde este peculiar otero sería tarea harto difícil, apuntaremos la totalidad de la Serranía de Ronda, las campiñas de Jerez y Sevilla, Morón de la Frontera, Montellano, Arcos de la Frontera, Ronda, Utrera, Olvera, además del Campo de Gibraltar y las montañas del Rif en el continente africano.
Abril, el de las lluvias mil, acogió la sexta etapa de los techos de andaluces y el destino fue el cielo de Jaén, el pico Mágina (2.164 m). El punto de encuentro con los compañeros se estableció en Cambil, desde donde hay que tomar la carretera a Huelma y desviarse por un pequeño carril que nos deja en la dehesa de Mata Bejid, lugar donde se alzan las ruinas de una antigua fortaleza nazarí. Ahora nos encaminamos con la compañía de enormes y espectaculares encinas y quejigos hasta el derruido cortijo de los Prados, con vistas a la imponente y piramidal Peña Jaén (2.147 m), que más tarde coronaríamos. Atrás dejamos unos verdes prados y avanzamos por unos fuertes repechos, hasta la meseta cimera, donde hallamos un rosario de pequeñas crestas, una de las cuales es el pico Mágina. Las panorámicas son extraordinarias, abarcando la totalidad de la provincia de Jaén, las Sierras de Cazorla y Segura, Sierra Nevada, La Sagra, etc. Realizadas las fotos de rigor retomamos la crestería que finaliza en la Peña Jaén. El vertiginoso descenso lo acometemos por el collado de los Cuatro Aguaderos, que nos conduce al punto inicial.
El 2 de junio, cuando el verdor de la primavera está a punto de claudicar, nos decidimos por subir al cielo de Córdoba, el pico Tiñosa (1.570 m), que se eleva en la Sierra Horconera, que pertenece a su vez a la Subbética cordobesa. Para iniciar su ascenso es recomendable desplazarse hasta Las Lagunillas, que es pedanía de Priego de Córdoba. Desde este poblado se enfila el barranco originado por el arroyo Cañatiendas, entre la sombra de encinas y quejigos. Llegados al puerto de la Mahína, dejamos el sendero oficial y nos dirigimos a la cara oeste del macizo, donde se desarrolla un circo con pináculos, cascajeras y farallones que tan sólo nos dejan un paso bastante lógico y que nos arrima al punto cumbrero, destacable en lontananza. Desde el geodésico oteamos las Sierras de Guadix y Baza, Sierra Nevada, las sierras Tejeda y Almijara, la Sierra de Loja, la Cruz de Camarolos (1.444 m), conocido como Balcón de Málaga y que a pesar de su escasa altura, su ubicación en el corazón de Andalucía, muy cerca de Villanueva del Rosario, permite ver las dos cumbres más altas de cinco provincias andaluzas. Retomando las panorámicas, destacamos la Sierra Sur de Sevilla y como no, las sierras de las Nieves y Grazalema. El descenso lo realizamos por la zona sur, en dirección a la cueva del Morrión, de escasa profundidad, pero que ofrece una bonita foto. Tras unos destrepes accedimos a la base de la montaña para retomar el barranco de Cañatiendas que nos llevó hasta Las Lagunillas.
Finalizamos este periplo en la cúspide de Granada, en el gigante del Sur, en Sierra Nevada, donde habitan los colosos peninsulares, nos referimos al Alcazaba (3.371 m), el Veleta (3.394 m) y el rey de reyes, el Mulhacén (3.484 m). Partimos un buen día del mes de junio desde el albergue universitario camino de la Virgen de las Nieves, para encarar el sendero que sube de manera suave pero constante a través de la loma de Cauchiles hasta las Posiciones del Veleta. El siguiente hito y parada de descanso lo hacemos en el refugio de la Carihuela, para enfilar el último tramo que nos lleva a coronar el Veleta. Desde este mirador natural avistamos la vega de Granada, Sierra Almijara con la silueta bien visible del Lucero (1.799 m); más cercano queda el piramidal Trevenque (2.076 m), conocido como el rey de la media montaña nevadense; igualmente atisbamos La Sagra, la Sierras de Cazorla y Segura, el Mulhacén, así como la costa mediterránea. Tras tomar un bocado descendemos hasta el refugio, pasando junto a unas viejas construcciones que resultan ser unos fortines usados en la denostada Guerra Civil. El siguiente tramo discurre casi en llano, pero por encima de los 3.000 m, dejando algunas lagunas en los márgenes del camino, como la bellísima laguna Verde. Pronto nos acercamos a unos cuchillos afilados que se denominan los Raspones de río Seco, lugar muy interesante para admirar algunos de los muchos y notables endemismos botánicos de Sierra Nevada. A continuación abandonamos la pista y tomamos un sendero que sube a la Loma Pelá y después desciende por un camino vertiginoso hasta la laguna de la Caldera, donde hallamos el refugio del mismo nombre. La noche la pasamos a la intemperie, entre las cabras monteses acostumbradas a la presencia humana y a la comida fácil. A la mañana siguiente, bien temprano, afrontamos la loma del Mulhacén hasta hacer cumbre, con gran alegría y alborozo por haber completado esta pequeña aventura por los cielos andaluces. Entre acentores alpinos y sintiéndonos muy pequeños ante tan grandioso paisaje, nos hicimos las fotos de rigor, vislumbrando en el horizonte, las hoyas de Baza y Guadix, Sierra Mágina, la Sierra de Cazorla, la Sierra de la Contraviesa, las Alpujarras, el cercano Alcazaba y las más espléndidas lejanías.
Todos los interesados en esta actividad, pueden leer las crónicas y ver cientos de fotos en la web de nuestro club: www.pasoslargos.com. Como bibliografía básica os recomiendo los libros: Sierras andaluzas. Itinerarios senderistas y ascensiones, de Editorial La Serranía y Los Techos de España, de Editorial Desnivel.
Nos Vemos en las Montañas
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