martes, 4 de septiembre de 2007

CORCHEROS, ARTESANOS ANÓNIMOS




La Saca de la Corchas es una de las tareas forestales más antiguas y típicas de la Serranía de Ronda; está se efectúa durante la época estival, desde mediados de Junio hasta finales de Agosto.
El territorio que ocupa el alcornocal se divide en nueve partes, tiempo éste que es el que tarda el “Chaparro” (es como conocen los nativos a este árbol) en crear la nueva corcha.

Arrieros, rajadores y hacheros son algunos de los oficios especializados en las tareas de la saca de las corchas, oficios estos que en poco o nada han cambiado en su forma de actuar desde tiempos pretéritos, dándoles a estas técnicas de trabajo el grado de “Ritual”.

Los hacheros van realizando certeros cortes en la tronca del árbol, de manera que cuando la plancha esta delimitada llega el rajador y la descarna para después hacerla trozos más o menos parecidos, los recogedores las apilan junto a las mulas, de esta manera el arriero las coloca ordenadas sobre los équidos para su posterior traslado a los “Patios”, lugar donde se pesa el corcho y se almacena; hasta doscientos kilos son capaces de transportar estos dóciles y resistentes animales. El corcho es pesado en antiguas romanas y aún se usa como medida el “Quintal métrico” que equivale a unos cuarenta y seis kilos.

Las labores de la cuadrilla comienzan con las primeras luces del día, el primer descanso se hace sobre las nueve y media de la mañana, es el momento de tomar un bocado; el más típico es el “Bolo” una especie de sopa con pan, aceite, tocino añejo, hierbabuena, sal, hueso, etc. Se agarra la cuchara y se mete en la olla dando un paso adelante, después se da un paso atrás y se deja lugar el siguiente corchero.
A las tres de la tarde se para en el trabajo y se vuelve a comer, antes era común comer “Olla”, cuyos ingredientes principales eran los garbanzos, las papas y el tocino; tras la comida llega la hora de la siesta hasta las cinco y media momento de regreso de la cuadrilla al trabajo, otro descanso a las siete de la tarde para hechar un cigarrillo y al anochecer retornan al “Jato”, el improvisado campamento donde dormir y descansar hasta el siguiente día.

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